No es cuestión de cambiar la manera de pensar sobre Dios, sino la manera de relacionarme con Él. No es pasar de concebir a Dios como alguien ante quien tengo que mostrar todo, sino de relacionarme con Él de modo que pueda vivir todo con Él; incluso aquello que, por lo que sea, pueda que tenga dificultades para vivirlo con Él. Este cambio en la relación con Dios, hace que sea mi persona toda quien vaya cambiando.
No es cuestión de mera voluntad, sino de ponerme en su presencia y dejar que él actúe. Ciertamente, tendré que poner de mi parte. Por ejemplo, captando primeramente aquellas realidades en mí que no puedo entregarle, aquello que se resiste a ser iluminado por su presencia. Ser capaz de tomar estas realidades mías en mis manos es un gran paso. Quizá luego tenga simplemente que estar ante él; y, poco a poco, ponerlo en su presencia, como tímidamente.
Y, al tiempo, constatar que, ciertamente, todo se vive con Dios, absolutamente todo.
Carta de Asís, noviembre 2023
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