Tendrá que mediar mucha enseñanza y ejemplo de Jesús, mucho discernimiento, no poco sufrimiento para que entiendan, por fin, que el reino de Dios no es para sacar beneficios personales, sino para llegar al bien común de la nueva sociedad. Habrán de entender que seguir a Jesús demanda explícitamente el abandono de la ambición.
Los cristianos albergamos, a veces, grandes ambiciones. Los mismos clérigos, que debería ser más desprendidos son, a veces, paradigma de ambición. Por eso el Papa les anima a huir de la carrera eclesiástica “como de la peste”. Una vida de una cierta sobriedad puede ayudarnos a mantener a raya la ambición, a que vaya surgiendo en nosotros una vida de creciente generosidad.
Fidel Aizpurúa, capuchino
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