sábado, 23 de noviembre de 2024

CRECER EN HUMANIDAD

Jesús vino para dar testimonio de la verdad. Pero ¿de qué verdad se trata? No de la verdad de los sabios, los filósofos, los científicos. Ni siquiera de la verdad que se atribuyen las religiones. Se trata de la verdad humana, aquella que dice que esto nuestro, tan humilde, tan menospreciado a veces, tendrá éxito, que alcanzaremos la dicha, que habrá horizonte para esta vida nuestra, que el bien terminará derrotando al mal, que las penas tienen fecha de caducidad, aunque sea lejana. Una verdad para la esperanza. Esa es la verdad de la que Jesús da testimonio.

¿Y cómo lo ha hecho? Con su vida humilde, Jesús se ha esforzado en ofrecer y proclamar esa verdad. Él no ha sido un profesor, ni un teólogo, ni uno con autoridad. Pero con su total entrega ha dado testimonio de la verdad sencilla de que lo nuestro merece la pena, aunque sea una cosa humildísima y casi insignificante en el conjunto de lo creado. Por eso ha sido fuente de esperanza para muchos; de ahí que haya iluminado el camino de quien andaba en tinieblas. Una pequeña luz en la oscuridad de lo humano esperando que llegue el amanecer: eso ha sido Jesús.

Este testimonio podemos darlo cualquiera de nosotros en nuestra vida diaria. No se trata de hacer cosas notables, sino de tener un corazón lleno de humanidad. Cuando al final del día puedas responder positivamente a esta pregunta ¿he sido hoy humano?, habrás dado testimonio de la misma verdad de Jesús. Si los planteamientos humanos han quedado lejos, tienes que reiniciar el trabajo.

Este domingo acaba el año litúrgico. Buen momento para preguntarte si el evangelio va haciendo su obra en tu vida. Mira el termómetro de lo humano: ¿eres más humano que el año pasado? El evangelio actúa. ¿No lo has sido suficientemente? Tienes por delante otro año para intentarlo. No lo desaproveches.

Fidel Aizpurúa, capuchino

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