Al igual que Francisco habla de las criaturas como hermanas, también habla de otra realidad que nos asusta y nos entristece. Habla de la la muerte le llama hermana. ¡Qué curioso!, la muerte es hermana, cercana. Para él los hermanos se quieren y se aman, se acercan. La muerte para él está a nuestro lado siempre, la muerte de aquello que vive. No la considera como algo extraño, sino cercano.
La experiencia de Francisco contrasta con la que tienen muchas personas en nuestros días. Como nos recuerda uno de los teólogos actuales, estamos en un mundo en el que no sabemos qué hacer con la muerte. A veces, lo único que se nos ocurre es ignorarla y no hablar de ella. Olvidar cuanto antes ese triste suceso, cumplir los trámites religiosos o civiles necesarios y volver de nuevo a nuestra vida cotidiana. A medida que vamos viviendo y cumpliendo años experimentamos que la muerte va visitando nuestras familias y amistades llevándose a nuestros seres más queridos. Entonces surgen una serie de cuestiones: ¿Cómo reacciono en esos momentos? ¿Qué actitud adoptar ante quien nos dice su último adiós? ¿Qué hacer ante el vacío que van dejando en nuestra vida tantos familiares y amigos?
Durante el mes de noviembre recordamos de manera especial a quienes han formado parte de nuestra vida y ya han muerto. Recordamos también que todos estamos llamados a vivir ese momento tarde o temprano. Recordamos que es ahora Dios quien cuida de los nuestros, y los cuida bien.
Benjamín Echeverría, capuchino
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