martes, 11 de marzo de 2025

ABIERTOS A LA NOVEDAD DE DIOS

La vida está llena de cambios. Es una experiencia que todos tenemos, seamos jóvenes o entrados en años. Cuántos cambios y qué profundos desde que estrenamos la vida hasta ahora. ¿Quién nos iba a decir las cosas que han pasado, las novedades que fueron y ya han caducado para siempre, lo que parecía ficción y es ya realidad? No solo en la tecnología, sino en las relaciones, en la política, en las modas, en las ideologías… También en la fe.

La relación con Dios nunca ha sido algo estable, alcanzado, poseído. Siempre ha sido en movimiento, en búsqueda, en camino. Que se lo digan al pueblo de Israel del Antiguo Testamento o a los discípulos de Jesús. No hablamos de verdades, dogmas y doctrinas, sino de relación con Dios, de fe.

Así, en este mundo en continuo cambio, la persona creyente está en un constante cambio también en su relación con Dios, ya que en cada recodo de la vida Dios le está esperando de modo nuevo, inédito, sorpresivo. Por ello, nunca se podrá hablar de la fe como algo conseguido, logrado. La fe será una constante apertura a la novedad de Dios en nuestra vida y la del mundo; siempre. ¿Qué me está proponiendo Dios en esta fase nueva de mi vida, en estas personas nuevas o en las de siempre, pero en esta nueva situación, a esta nueva edad, en esta etapa que estamos estrenando? ¿Dónde me está mostrando Dios su rostro en este momento de la historia personal, eclesial, mundial?

Dice el texto del A.T. que ante la pregunta de Moisés a Dios sobre su nombre, éste le contestó: “Yo soy el que seré”; como queriendo decir: “Os iré mostrando quien soy”. Dios siempre está a la vuelta de cada esquina, sea esta esquina la que sea; aunque no lo parezca. Y nos adentramos en lo nuevo porque sabemos de quién nos hemos fiado.

Carta de Asís, marzo 2025

No hay comentarios:

Publicar un comentario