En el tiempo que estamos viviendo, ahora más que nunca y en nuestro país, se están imponiendo variedad de voces que se disputan planes de futuro, perspectivas de poder, y alrededor de ellas, las críticas, juicios, expectativas de unos y de otros y cada uno con sus razones y necesidades personales. La palabra cobra hoy una importancia tremenda y sin embargo es muy difícil encontrar a alguien que de verdad nos sugiera algo sorprendente o nos toque por dentro.
Surge entonces el detalle del Evangelio del domingo que justamente nos habla de un hombre que sin necesidad de chillar su mensaje llega con autoridad a quien sabe escucharlo.
Yo, que tanto por mi profesión como por mi pertenencia a Siloé, tengo en la voz mi principal instrumento para comunicar, anhelo cada día ese estar que transmita con autoridad y sin imposiciones.
Nos hacen falta buenos comunicadores que sepan transmitirnos su experiencia pero nos dejen volar y necesitamos también mucho silencio, frente a mensajes vacíos de contenido y sin autoridad. Porque si una palabra no puede mejorar el silencio, mejor callar.
Y para poder comunicar es necesario desarrollar nuestra capacidad de observación y una presencia consciente. Entonces, “de lo que rebosa el corazón hablará nuestra boca”.
CLARA LÓPEZ RUBIO
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