La minoridad es la manifestación visible de la conversión cuaresmal. Queremos prepararnos para celebrar la Pascua de Jesús siguiendo el camino de la sencillez y humildad.
Disponemos de este tiempo cuaresmal para atravesar el desierto de nuestros egoísmos y temores y subir al monte del Señor, al lugar donde encontraremos con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Empezar la Cuaresma es iniciar, con esfuerzo, la “ascensión” hacia la cumbre solemne de la noche pascual. Desde la meta de la Resurrección del Señor, es como se nos irá iluminando nuestro camino cuaresmal.
Queremos seguir los pasos de Jesús, seguir la humildad y pobreza de nuestro Señor Jesucristo. Queremos identificarnos con Jesús, que por nosotros, se hizo menor. Queremos aprender de Jesús, tal como nos enseñan Francisco y Clara de Asís, a ser menores en nuestra relación con Dios, con los demás, con el mundo y con nosotros mismos. Queremos ser hermanos de todos, servidores de los pequeños e indefensos, sin ambicionar el poder y el honor, sino buscando siempre la ayudar a quien nos necesita y pasar desapercibidos.
La Cuaresma es un tiempo de reflexión y de centrarse en la persona de Jesús, un tiempo para revisar nuestros criterios y actitudes a la luz de la Palabra de Dios.
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