martes, 4 de febrero de 2020

TÚ ERES LA BELLEZA

Me llamó la atención la lectura de un artículo que comenzaba con la siguiente cuestión: ¿Por qué nos atrae lo bello, lo que consideramos bonito?

La belleza nos da paz, nos trae alegría y nos coloca en un ambiente positivo. Algo que nos recomiendan los psicólogos es el que podamos o sepamos rodearnos de cosas bellas y bonitas para tener pensamientos positivos. Y es que la belleza, lo que consideramos bello, transmite positivismo.

Cuando hablamos de belleza no solo nos referimos a lo material. Percibimos y consideramos como belleza los buenos actos, las buenas acciones, y eso también repercute en nuestro estado de ánimo. Y nos transmite más confianza. Y nos hace percibir mejor a determinadas personas.

Muchas veces la misma naturaleza, la creación, nos permite admirar su belleza. Su contemplación es fuente de paz, de tranquilidad y bienestar. Hay momentos en los que necesitamos perdernos por el monte, por el campo, o pasear por la orilla del mar, contemplar un amanecer o atardecer, etc, para sentir la paz que proporciona la creación.
Quien conoce la vida de san Francisco de Asís y su espiritualidad y trata de unir o relacionar al santo con el concepto de belleza, casi instintivamente piensa en su famoso Cántico de las criaturas, que por otra parte es una de las primeras composiciones escritas en lengua italiana. En el texto del Cántico no solo aparece dos veces el adjetivo «bello», sino que además predomina el asombro de Francisco por el orden maravilloso del cosmos. El santo de Asís es el primero en el cristianismo que emplea el apelativo «hermano» y «hermana» para las criaturas inanimadas, ampliando así el concepto de hermandad, de fraternidad, que el Nuevo Testamento emplea solo para los seres humanos. Cada criatura adquiere en la alabanza de Francisco un rostro fraterno. Mediante una actitud de ternura y reverencia, él se une con todo lo creado por Dios y que, por lo tanto, es bueno.
La experiencia que tuvo Francisco de Asís le llevó a concluir que la belleza de la creación era para él un reflejo de la belleza de Dios creador, fuente de todo lo que es bueno y bello. Su bondad se difunde sobre todas las criaturas y se refleja en la madre Tierra, que nos nutre y nos sostiene, en la bondad del hombre que sabe perdonar y en la bondad de la hermana muerte que nos acoge.

En una oración de alabanza, que conocemos como las Alabanzas al Dios Altísimo, Francisco enumera unas treinta invocaciones dirigidas todas a Dios. Le habla de manera directa y personal: «Tú eres...». Entre los títulos empleados está también el de la belleza. Por eso exclama: «Tú eres belleza». Que también nosotros podamos hacer nuestra esta misma experiencia.

Benjamín Echeverría, capuchino

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