jueves, 17 de febrero de 2022

¿QUÉ DICEN LOS EVANGELIOS SOBRE LOS EXTRANJEROS?

En el AT hay toda una espiritualidad favorable a los extranjeros “porque fuiste extranjero también tú” (Ex 22,21). Pero, en realidad, Israel cultivó a fondo un profundo menosprecio a los extranjeros a los que tenía por destinados al infierno desde el nacimiento. Por eso nos extraña que Jesús viajara al extranjero (Tiro, Decápolis) sin que se le hubiese perdido allí nada.

De hecho, este tema de los extranjeros será el gran primer problema de la naciente comunidad cristiana: si tales sujetos son dignos del reino ofrecido por Jesús o no. Los hechos demostraron que sí, aunque les costó mucho, sobre todo a ala mas conservadora (Santiago y los de su grupo), admitir la evidencia de que la fe arraigaba entre paganos.
  • Cuando Jesús quiere desconcertar a sus discípulos les dice: “Vamos al otro lado” (Mc 4,35). ¿Por qué les desconcierta eso? Porque al otro lado están los paganos y un Mesías para paganos es una contradicción. La terquedad de Jesús de ir ahí está indicando que “alguien” (el Padre) le empuja en la dirección de la universalidad.
  • Explícitamente dice que Jesús “llegó al país de los gadarenos” (Mt 8,28). No se dice que hubiera ningún fruto de cara al reino, más bien lo contrario (Mt 8,34). Pero como dice Jn 4,38 esta “fatiga” tendrá su fruto en otro momento.
  • En Mt 8,5-13 se presenta la figura de un militar romano que confía en Jesús al modo militar. Jesús tiene elogiosas palabras sobre él: “No he encontrado fe en Israel como la de este hombre” (v.10). Jesús llega a pensar (es una verdadera evolución) que también los paganos acceden al reino, por más extranjeros que sean.
Texto: Mc 7,24-31:«Después Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida una mujer cuya hijita estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio. El le respondió: “Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los perros”. Pero ella le respondió: “Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migas que dejan caer los hijos”. Entonces él le dijo: “A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija”. Ella regresó a su casa y encontró a la muchacha acostada en la cama y liberada del demonio».
  • Una primer cuestión es quién le empujó a Jesús a tomar la decisión de ir al extranjero: ¿el Padre, en sus noches de oración (Mc 1,35)? Era una verdadera novedad.
  • Él va desasosegado porque le resulta difícil asumir esa dirección. Al fin y al cabo era un judío. La frase dura que le dice a la mujer (“no está bien echar el pan de los hijos a los perros”) deja ver a las claras ese desasosiego.
  • Pero fue, por mucho que Tiro nos parezca que está cerca de Israel (40 km) era el extranjero, otra cultura, otra fe (los dioses fenicios), otra cultura. Un viaje a tierras de paganos en toda regla.
  • El prodigio verificado en Tiro es, como ocurre en Israel, la liberación de la niña de algo que le constriñe (el poder superior de la madre) hasta hacerla muchacha, persona adulta (hijita-hija-muchacha). También el extranjero ha de llegar a la adultez: tarea común a toda persona. A esa tarea quiere ayudar la propuesta de Jesús.

Aplicación: La superación de las tensiones históricas por la asunción de la diferencia.A estas alturas de la historia la persona ha experimentado por enésima vez que las diferencias mal asimiladas son la causa de múltiples sufrimientos sociales. Las pretensiones hegemónicas, los nacionalismos exacerbados, las dictaduras crueles, las enormes dificultades para que los pueblos caminen en la misma dirección tienen como fuente principal la imposibilidad para asimilar la diferencia. Es un movimiento que nos conecta con la época de las cavernas: resulta dificultoso ver al habitante de la otra caverna uno al que no hay que combatir. Precisamente por ser algo tan ancestral es una realidad de muy difícil orientación.

Se puede comprender fácilmente que el odio al distinto tiene aquí su raíz y que la tarea de asumir la diferencia es algo de un volumen que, con frecuencia, sobrepasa a los humanos.

Este problema se agranda cuando el odio al distinto alcanza niveles de globalización, salta las fronteras de un país y comienza a implicar a gentes de cualquier lugar de la tierra. Los recelos entre las sociedades están bien vivos y el odio a las minorías sigue funcionando. La supuesta lucha por la identidad lleva emparejada la violencia, signo evidente de la dificultad de armonizar caminos de vida múltiples y fragmentados.

Hay maneras de asumir diferencias que se asientan sobre falso: toda suerte de imposición del más fuerte, mediante dictaduras, presiones económicas, tiranías culturales. El imperialismo cultural es, sin duda, una forma de machacar las diferencias en beneficios de la cultura dominante, la del neoliberalismo más crudo asentado en los países más desarrollados, sobre todo USA. Se puede definir imperialismo como la “actitud y doctrina de quienes propugnan o practican la extensión del dominio de un país sobre otro u otros por medio de la fuerza militar, económica o política”.

Una forma más sutil de puentear las diferencias es uniformar, hacer que todo el mundo valore, hable, se comporte en modos uniformes, esos modos que están dictados de antemano por la moda, el consumo, la banalización de la individualidad. Este es un objetivo prioritario del imperialismo cultural. “El imperialismo tiene como finalidad exportar e imponer los valores y cultura de los países desarrollados, hacia los países receptores, los cuales adoptan de una manera pasiva y casi imperceptible los flujos informativos y los productos culturales extranjeros”.

Pero hay otra serie de caminos más posibilitadores. Son aquellos que comienzan trabajando la memoria, que se resisten al olvido como manto que cubre heridas que es preciso restañar y curar. Como dice R. Mate, “hacer presente el pasado de los vencidos amplía el campo de la justicia”. El campo de la justicia se amplía con el perdón. Si se quiere edificar en justicia es necesario contar con los agravios del pasado para integrarlos en el proceso de construcción armonizable del presente.

Será necesario, igualmente encajar la evidencia de que la diferencia es un componente ineludible de los seres históricos y que pretender ignorarla es una rotunda equivocación. Más aún, será preciso ver la diferencia como un valor, como una posibilidad de enriquecimiento, no solamente en lo que tiene de obstáculo. Es el gran valor de la diferencia. La única manera de contrarrestar el efecto desintegrador de la diferencia es, justamente, convertir la diferencia en un motor del hecho social. “Aceptar a estas personas [diferentes] es, entenderlas y comprenderlas como personas diferentes, como individualidades que puedes querer o aborrecer, que te importan o de las que pasas pero en las que ves, además de su limitación -evidente o no-, sus valores, sus inquietudes, sus motivaciones, su forma de ser. Aceptarlas como un factor más, como un elemento que junto con muchos otros, determinan su personalidad. No hay que integrar a los diferentes, mediante sistemas paralelos. Hay que permitirles vivir en el mundo -el nuestro y el suyo-, y que se coloquen donde quieran estar. Hay que dotarles de la capacidad necesaria, para que puedan tener las mismas oportunidades, que el resto de las personas para vivir como ellos quieran vivir”.

Fidel Aizpurúa, capuchino

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