Cuando deseo algo material puedo pararme y pensar si de verdad puedo hacerlo realidad o me conviene pero cuando lo que deseo es algo más profundo no me queda otra que ponerme en manos de Dios y esperar y no porque Él me lo vaya a conceder, que hace mucho que dejé de creer en el Dios que concede deseos, sino porque en Él puedo esperar, con Él puedo continuar.
Lo más curioso es que últimamente, casi nada de lo que deseo se hace realidad por el camino o en el momento que lo deseo, sino que más bien viene por otros derroteros. Hace poco tiempo viví la experiencia de largos días de hospital que puedo asegurar que no deseaba para nada, pero un tiempo después tengo que confirmar que varios de mis deseos más profundos que necesitaba hacer realidad sí que se han hecho realidad pero en un tiempo y en una forma que no imaginaba.
María deseó y vio cumplida la promesa, Francisco deseó y preparó en Greccio un pesebre en el que hizo posible una noche la adoración del misterio más grande que tuvimos en la Tierra.
Sigamos deseando, sigamos haciendo realidad nuestros propios deseos y los de los demás pero no olvidemos que desear no es lo mismo que conseguir; en el desear va incluido el confiar y el esperar, actitudes esenciales para este tiempo de Adviento.
Clara López
No hay comentarios:
Publicar un comentario