miércoles, 28 de diciembre de 2022

ELIGIÓ QUERERNOS

Preparar la contemplación de la Navidad es asomarse al misterio. Si todo quedara en aspectos del folclore propio de la Navidad sería un empobrecimiento. Si eso nos lleva al misterio, también sirve. El misterio de la Navidad es el misterio de una elección: elegir querer. Dios, en Jesús, ha elegido querernos. Algo de eso está en lo profundo de la Navidad.

Por eso, cada año se renueva el gozo de la Navidad porque su misterio es insondable, nunca se termina de entrar en él, siempre hay posibilidad de renovar la alegría. De ahí que, para quien entiende esto, la rutina se aleja y no impone su ley. Se percibe así, cada año, la posibilidad de revivir la alegría de una Navidad nueva.

Para vivir con profundidad el misterio de la Navidad como la elección de amar que Dios tiene en Jesús hay que ahondar un poco. Pero más que grandes argumentos teológicos, lo que necesitamos es grandeza de corazón, brillo en los ojos, quedarse deslumbrados por el amor que siempre está ahí, latiente, vibrante. Un corazón vivo y sensible, eso necesitamos.

Todo puede servirnos para asomarnos al misterio: las celebraciones, las costumbres tradicionales, la imaginación puesta al servicio de la fe. Y, para nosotros, la fraternidad es una ayuda privilegiada. Creamos como grupo, celebremos como grupo, contemplemos como grupo.

Fidel Aizpurúa

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