¡Vaya encuentro!
Salgo corriendo atolondrada,
loca,
y tropiezo con Dios.
–¿Dónde vas Leocadia? –así suele llamarme–.
Después... me convence en silencio
me convierte en paloma,
me nombra caballera andante,
me arma de paz y ciencia
y me quita la gana de matarme.
GLORIA FUERTES
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