Gracias a Dios, en las últimas décadas se ha ido tomando más y más conciencia de los graves problemas que crea una desmesurada carrera por el progreso económico sin tener en cuenta las limitaciones de nuestro planeta y la justa distribución de sus riquezas. Las exigencias de una nueva generación de consumidores, más sensible al respeto de la creación y preocupada por unas condiciones laborales dignas, están impulsando a las empresas a apostar decididamente por la sostenibilidad en sus productos y procesos productivos.
Más allá de las razones de mercado, y gracias a iniciativas como la del papa Francisco con la publicación de Laudato si’, los hombres y las mujeres de nuestro tiempo vamos tomando conciencia de la responsabilidad recibida de Dios de tener cuidado de la creación, de los ecosistemas y de manera principal de la vida y de la dignidad de las personas humanas.
Esta preocupación por la creación nace del amor a la obra de Dios que como dice el Génesis: «Y vio Dios que era bueno.» (Gn1,12). Somos los humanos los que rompemos la armonía de la creación con el pecado, con la indiferencia o maltrato de lo que Dios ha puesto en nuestras manos para que lo mejoremos.
Queridos hermanos y hermanas, que san Francisco de Asís nos inspire a vivir la propuesta gozosa del Papa: «Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza.» (LS 244).
Cardenal Juan José Omella
No hay comentarios:
Publicar un comentario