domingo, 19 de septiembre de 2021

TERCER DOMINGO DEL TIEMPO DE LA CREACIÓN

Las lecturas de hoy nos dan una idea del poder destructivo de las pasiones, las divisiones, los celos, la codicia y la competencia, tanto para las personas como, en este Tiempo de la Creación, para la propia Tierra y todos sus habitantes. Esta dinámica destructiva contrasta fuertemente con lo que la Carta de Santiago llama "la Sabiduría de lo alto", una sabiduría que abarca la importancia de convertir nuestras energías competitivas en un verdadero servicio a los más pequeños de entre nosotros y a la creación de la que formamos parte.

Hoy se nos invita a entrar en la tranquilidad de nuestros espíritus... conscientes del regalo de Dios de la Tierra, el hogar nutritivo de tan rica diversidad de vida, conscientes de su destrucción y sufrimiento por el consumo excesivo, la explotación y la crisis de la peligrosa subida de las temperaturas en todo el mundo... y sin embargo, hogar de millones de personas que se levantan para restaurar, sanar y salvar nuestra casa común...

En el Evangelio, Jesús sorprende a los Doce discutiendo entre ellos, compitiendo por ser reconocidos como los más grandes del grupo. La mayoría de nosotros tenemos que reconocer una vena competitiva en nosotros mismos. Puede manifestarse en diferentes situaciones y formas. A algunas personas les sale la vena competitiva cuando la cuestión es el reconocimiento. Algunos compiten instintivamente por el poder y el control. La economía se mueve cuando la gente compite por la riqueza. Otros compiten por ser los más serviciales....

Lo que merece la pena destacar en este pasaje del Evangelio es que Jesús no les dice a los Doce que dejen de competir. El impulso de competir puede proporcionar una poderosa energía para impulsar la acción. Jesús les dice que sus discípulos tienen que canalizar sus energías competitivas hacia el servicio, el servicio a los más pequeños.

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