Entre los versos 193-201 de su Ars Poetica, el poeta romano Horacio (65 a.C - 8 a.C) expresa el ideal de humanidad antiguo. Los versos que describen la actuación del coro enuncian todo un sueño mediante un hermoso catálogo de tareas concretas. Humanidad es, a la vez, el conjunto de los seres humanos y el abstracto ideal que cada uno de nosotros encarna. Nadie lo representa mejor que el coro, pues participa de ambas dimensiones: grupo humano y personaje único ejemplar. Ambas caben en el término "officium virile" que le asigna Horacio: "cual si fuera un solo hombre". Y que ese hombre único tenga un comportamiento perfecto. Que sea generoso, buen amigo, moderado, austero, fiable, justo, piadoso.
Así suenan sus palabras:
Actoris partis chorus officiumque uirile
defendat, neu quid medios intercinat actus,
quod non proposito conducat et haereat apte.
Ille bonis faueatque et consilietur amice
et regat iratos et amet peccare timentis;
ille dapes laudet mensae breuis, ille salubrem
iustitiam legesque et apertis otia portis;
ille tegat commissa deosque precetur et oret,
ut redeat miseris, abeat Fortuna superbis.
Y así su eco en nuestro idioma (traducción de González Iglesias, Cátedra 2012):
Que el coro se haga cargo del papel
de un actor, cual si fuera un solo hombre,
y no declame en medio de los actos
frases sin intención o inadecuadas.
Que ayude y aconseje como amigo
a los buenos, modere a los furiosos,
y dé su amor a los que tienen miedo
de fracasar. Que ensalce los manjares
de una mesa sencilla, la justicia
saludable y sus leyes, los momentos
serenos en que se abren nuestras puertas.
Que guarde todo lo que le confíen
y suplique a los dioses y les rece
para que vuelva a los infelices
la Fortuna, y descuide a los soberbios.
Víctor Herrero, capuchino
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