sábado, 23 de marzo de 2013

DOMINGO DE RAMOS

   El Domingo de Ramos nos introduce en la Semana Santa. Dos rostros muestra la liturgia de este día: a) la entrada en Jerusalén, y b) la presentación de la Pasión en una triple versión: narrativa (Evangelio de san Lucas), profética (la figura del Siervo de Isaías) y kerigmática (muerte y resurrección de Cristo, en la carta a los Filipenses).
   La entrada en Jerusalén seguramente no conmocionó la ciudad, pero sí alertó a los dirigentes. Quienes aclamaban a Jesús serían un reducido grupo de discípulos y simpatizantes galileos. Jesús ya había venido en otras ocasiones a Jerusalén -el IV Evangelio habla de tres (5,1; 7,10; 12,12)-; en las dos primeras subió a celebrar fiestas judías; en ésta última subía a celebrar “su” pascua. Y cuidó los detalles.
   Los textos evangélicos subrayan el perfil mesiánico: Jesús ejerce el derecho del rey a requisar medios de transporte, pero no entra ostentosamente, sino en una humilde cabalgadura, signo mesiánico apuntado en los profetas (Zac 9,9). Es ayudado a subir sobre ella, evocando la entronización de Salomón como sucesor de David (I Re 1,33ss). Los mantos extendidos a su paso tienen también su sentido en la realeza de Israel (II Re 9,13). Y las aclamaciones populares destacan la dimensión mesiánica.
   Mesías humilde, pero decidido. No se durmió en los laureles de las aclamaciones. Ese mismo día, según el texto de san Mateo, llevó a cabo un gesto profético y político de gran calado: la expulsión de los vendedores del Templo y el enfrentamiento directo con los sumos sacerdotes (Mt 21,12-16). ¡La suerte estaba echada!
   En el Domingo de Ramos no debería olvidarse este gesto de Jesús, reivindicando un Templo limpio, abierto, casa donde Dios sea patente y accesible a todos, sin limitaciones étnicas o económicas. Elimina “la planta comercial” del Templo, y al Templo como “comercio”, para reivindicar su dimensión de casa de oración.
   No deberíamos quedarnos en un entusiasmado agitar de palmas. Hay que leer los signos escogidos por Jesús y su significación profunda en el acompañamiento procesional de los ramos.

REFLEXIÓN PERSONAL
  • ¿Cuál ha sido mi preparación a la Semana Santa?
  • ¿En qué personaje o situación del relato de la Pasión me veo reflejado?
  • ¿Siento que todo esto fue "por mí"? ¿Me siento implicado en esa opción de Jesús?

Domingo Montero, capuchino

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