Pero esta supuesta fantasía que vemos, paradójicamente, nos está acercando a elementos muy reales de la vida; nos está descubriendo dimensiones muy auténticas de nuestro paso por este mundo. Así, nos damos cuenta que la sociedad saciada y segura de sí misma, es “un gigante con pies de barro”, verdaderamente muy frágil: un “bichito” minúsculo la ha llevado a una crisis sanitaria, económica y quizás también social, muy fuertes. Por otro lado, ¡cuántas veces habíamos pensado que este mundo estaba atravesado por la maldad y ahora el poso de nuestro corazón nos dice que la gente es fundamentalmente buena!: tantas personas destapan su generosidad, su cuidado por otros, su solidaridad, su estar pendientes de los demás. Infinidad de compromisos y preocupaciones nos hacían pasar de largo ante nuestros vecinos y ahora los vemos con cariño, nos saludamos en los balcones, compartimos los aplausos y comprobamos que unidos en la debilidad se despierta la complicidad.
También nos estamos haciendo conscientes de nuestra propia vulnerabilidad personal: muchos de nuestros apoyos se están tambaleando, como la salud, el trabajo, nuestros proyectos de futuro, el contacto físico con nuestros familiares y amigos, muchos entretenimientos, la relación con la naturaleza, etc. La percepción de esta fragilidad personal, a su vez, nos hace más conscientes de lo hondo de la vida, más sensibles a los demás, más despiertos a nuestro entorno, más capaces de escuchar el latido de la existencia, más agradecidos a lo que se nos da continuamente.
Qué inmensa paradoja: en medio de un paisaje aparentemente ficticio estamos más conectados a la realidad que nunca. Una contradicción como la de Pilato -ante Jesús azotado y disfrazado con un manto púrpura y una corona de espinas- cuando dice: “Ecce homo”, “aquí está el hombre”. Los soldados se mofan de él, que con la piel hecha girones tiene que oír la burla de “rey de los judíos”. Pero Pilato al reírse de él, está diciendo sin saberlo, la frase exacta: aquí está un hombre de verdad, aquí hay una persona auténtica, aquí podéis ver a un ser humano en plenitud, realizado, entero, entregado, cumplido enteramente.
Nosotros también estamos azotados por el COVID-19, dolidos y tristes por la enfermedad y la muerte que nos acompaña, y escasos de fuerzas y de ánimos. Pero en medio de esta fragilidad están surgiendo actitudes auténticas, gestos heroicos, entregas admirables que hacen que esta humanidad sea más plena, más auténtica, más humana. Ojalá que Pilato pudiera decir al vernos: “Ecce humanitas”, aquí está una humanidad de verdad, auténtica, entregada, plena, realizada, cumplida.
Javi Morala, capuchino
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