Esta advertencia adquiere un significado nuevo, más profundo y desafiante, a medida que nos damos cuenta, a través de la ciencia contemporánea, de que cada criatura está en realidad "unida" a todas las demás en complejas y cambiantes redes de interdependencia. Nos estamos dando cuenta de que Dios ha unido todo lo que compartimos con la Tierra y el Universo en una gran red de vida interdependiente.
Entremos en la quietud de nuestros espíritus... pidiendo ser más conscientes de las redes de vida interconectadas en las que vivimos... de las que dependemos... que invitan a nuestro cuidado... pidiendo gratitud y asombro... pidiendo ser parte del nacimiento de la Nueva Creación en nuestros tiempos....
En la lectura del libro del Génesis, vemos la sensible atención de Dios a las necesidades del primer ser humano, Adán, formado del barro de la Tierra. Utilizando la misma tierra de la que se formó Adán, Dios da forma y hace nacer animales y aves mansos y salvajes. Aunque están hechos de los mismos materiales, ninguno de ellos "demostró ser la pareja adecuada" capaz de acompañar, de despertar la creatividad y alimentar la nueva vida, de ayudar a cuidar la creación. Cuando Adán encuentra a la compañera que Dios hace nacer para él, reconoce que han sido creados el uno para el otro, para unirse en una unión nueva y más plena.
Esto sugiere dos reflexiones, una más general sobre los lazos que unen a todas las criaturas en la gran comunidad de la Tierra, y la otra más específicamente centrada en la comunión humana y la asociación humana creativa que es el centro de este texto bíblico.
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