lunes, 2 de marzo de 2020

SI AL SILENCIO LLEGARAS...

El silencio no es un mero no hablar; es una sabiduría. Eso requiere un aprendizaje continuo si se quiere incorporar al acervo cotidiano algo que, amén de beneficioso, nos compone, por mucho que lo dejemos de lado. Si comunicarse es humano, hacerlo a través del silencio, porque este no es la negación de la comunicación sino un modo privilegiado de ella, vivir en silencio también lo es.

Que el silencio sea una sabiduría lo dicen, desde antiguo, quienes más han ahondado en el alma humana. Dice el tratado de espiritualidad farisea llamado Pirqué Abot (Los escritos de los padres) que es del tiempo de Jesús: “Toda mi vida la pasé entre los sabios y aprendí que lo más importante es el silencio”. Aprender el silencio, he ahí una tarea espiritual permanente.

Podría parecer que, como luego diremos, la nuestra no sea una época favorable al silencio vista la algarabía de los medios de comunicación y la parafernalia de las “redes”. Pero cuando no existía este marco social también era difícil elaborar la espiritualidad del silencio. Los viejos desiertos siempre han estado poblados de buscadores del silencio, Por eso, elaborar una espiritualidad del silencio es, sin duda, ir contracorriente.

Cuaresma puede ser un buen tiempo para hondar en la espiritualidad del silencio y del silencio. La primera nos llevará a la contemplación del interior de la persona que se expresa sin palabras. Y el segundo nos propondrá unos caminos concretos para avanzar en el silencio, tan fecundo para la vida y para la fe.

Siempre que escribimos estas notas en los tiempos fuertes del año litúrgico nos mueve un anhelo: que tales tiempos, la Cuaresma en concreto, no pasen sin pena ni gloria. Que podamos aprovechar que la Cuaresma viene a nuestra mano y que no la desperdiciemos por una actitud rutinaria.

Cuaresma 2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario